DESAPRENDIENDO
RAMONA
Ramona,
esa artista callejera
que no está sola.
Ramona,
tú alegras con tu cante
todas las horas.
De la familia fuiste apartada,
hasta que un soldado reconoció
aquello que hizo que se espantaran
todos los miembros del clan varón.
Y aquello era, ni más ni menos,
que la dulce voz de tu emoción:
Tus sentimientos, tus sensaciones,
todos los dones que dios te dio.
Ramona,
esa artista callejera
que no está sola.
Ramona,
tú alegras con tu cante
todas las horas.
Y trabajando, las dos cantando,
tú con tu hermana, Calle Mayor,
arriba, abajo, ibais recorriendo
con vuestro arte, la población.
Se avergonzaban los familiares,
pues no era vista la profesión
todo lo digna que ellos querían.
Y eso os hizo perder la razón.
Ramona,
esa artista callejera
que no está sola.
Ramona,
tú alegras con tu cante
todas las horas.
Último bolo en el manicomio.
– Seremos locas de profesión.
Una a otra, ellas se decían:
– Te quiero hermana.
– Te quiero yo.
Y allá en el cielo hoy brillan ellas,
como las dos estrellas que son.
Una Ramona, la otra incierta.
¡Para vosotras esta canción!