DESAPRENDIENDO
YO SOY ESA
Aprendí.
Aprendí a ser una luchadora,
y lo he sido,
y lo soy.
Aprendí a levantar la voz
ante el abuso,
el maltrato,
especialmente el que deja huellas invisibles en la infancia.
Aprendí a reconocer los chantajes,
sobre todo los emocionales,
esos que se esconden tras palabras dulces
y silencios largos.
Aprendí que callar ante la injusticia
no trae paz,
sólo perpetúa el daño.Que a veces hay que nombrar lo que duele
para poder soltarlo.
Aprendí que buscar culpables
no siempre sana,
pero buscar respuestas, sí.
Hubo muchas palabras,
muchos valores,
muchos ideales.Y aunque no siempre venían acompañados de ejemplo,
quedaron sembrados.
Y un día, sin ruido,
quise vivir según aquello.
Poner en marcha
lo que entendí como verdad.
No siempre fue fácil.
A veces dolió.
A veces me sentí sola,
o fuera de lugar.
Pero descubrí algo hermoso:
que ser coherente
vale más que ser comprendida.
Que cuidar de mi salud mental
no es egoísmo,
es amor propio.
Que quedarse a solas
puede ser también
una forma de compañía.
Y así, entre dudas y decisiones,
descubrí la fuerza.
No la que se impone,
sino la que sostiene.
Y agradezco incluso
los momentos en que me sentí al límite,
porque fue ahí donde supe
que quería vivir.