El otro día llegaba a mis oídos esta conversación, en la terraza de un bar:
–Tía, tía, que ayer ligué. –¿Y cómo fue? Cuéntame. –Pues estaba tomándome algo, y de repente, me cogió un chico por la cintura, nos miramos fijamente, y me besó. –Qué guay, tía.
Yo estaba de espaldas, y di por supuesto que estaba escuchando una conversación entre dos adolescentes. La distorsión cognitiva que presentaban, me pareció lo suficientemente grave como para girarme, y ¡oh!, sorpresa, eran dos mujeres de unos 40-45 años, las que hablaban. No daba crédito. Ya me parecía preocupante que dos adolescentes pensaran que SALTARSE LOS LÍMITES FÍSICOS DE UNA PERSONA SIN CONSENTIMIENTO EXPLÍCITO, era ligar. Pero resulta que las que distorsionaban la realidad eran dos mujeres adultas. ¿Qué pasa en esta sociedad? ¿Porqué se sigue normalizando el abuso y la falta de respeto, y además se le llama erróneamente ligar? Mientras haya hombres que se salten los límites, y mujeres que les rían las gracias por ello, y lo consideren ligar, SALDREMOS PERJUDICADAS TODAS, porque mañana, se pueden creer con el derecho de hacérmelo a mí. Y si yo no lo consiento, me enfado o le llamo la atención, 1º él ya me habrá agredido, y 2º además seguramente me llamará “estrecha”, o que no sé encajar una broma, que no es para tanto,o cualquier otra barbaridad más que se le ocurra. Señores, los besos no se roban, se ganan con amor.