Hasta las narices de marisabidillos y marisabidillas, que “sin ninguna mala intención”, deciden decirme cómo consideran ellos/as que debo vivir mi vida.
A ver señores, soy sensible. Sí. ¿Y qué?
Ni es un crimen, ni te he pedido que me lo soluciones. Porque pensar que es algo que tiene solución, quiere decir que lo consideras un defecto o un problema. Y no lo es. Es un gran don.
¿Que vivo con mucha intensidad las emociones? Pues sí. Sólo tengo que tener respeto por mí misma y mi sistema neuronal, y retirarme antes de sentirme sobresaturada.
“Tú lo que tienes que hacer es no tomártelo todo tan a pecho”, no me sirve de nada, señor. Porque no me puedo arrancar mis neuronas para que no sientan. Es como si ud. me dijera “tú lo que tienes que hacer es no tener los ojos marrones”. ¿Verdad que suena absurdo? Pues eso.
Lo que yo tengo que hacer, y puedo hacer, precisamente gracias a mi sistema sensorial altamente desarrollado, es disfrutar de un paisaje, un olor, un sabor, una música o una caricia, hasta extenuarme. ¿Puede ud. hacer eso, señor? Pues ale, ya sabe.
Ud. lo que tiene que hacer es ser más empático, para empezar, y tratar al resto de personas con respeto. Sean o no sean iguales a ud. en sensibilidad. Muchas gracias.